En un mesa de café se reencuentran luego de mucho tiempo dos viejos amigos: “Camilo (Positivo), Venancio (Tranquilo) Productores de Seguros” para hablar de lo que más les apasiona: Analizar juntos el mercado asegurador.
Camilo – Dichosos los ojos que lo ven, Venancio. No nos veíamos desde antes del inicio de la pandemia.
Venancio – Cosa rara la pandemia Don Camilo, se inició allá por marzo del 2020 y aun hoy no tenemos en claro su origen, no hay un análisis profundo respecto de los efectos producidos por las medidas tomadas y si se repitiera, no hay un protocolo producto de la experiencia.
Camilo – O sea, en resumen, no ha habido ni hay, preparación y capacidad para administrarla.
Venancio – Así es, lo que es seguro es que los gobiernos imprimieron más allá de lo prudente y nos dejaron metidos dentro de una crisis inflacionaria a la que no se le ve el final.
Camilo – Y eso ha golpeado duramente a la industria de los seguros de vida.
Venancio – Y que lo diga, ¿Quién va a ahorrar a una tasa del 3% con una inflación del 8%? Y eso en los países organizados y administrados por gente preparada, hay otros lugares donde la inflación llega al 70% anual, donde la industria debe hacer milagros para sobrevivir.
Camilo – El seguro de vida vende la certeza de que la familia contará con los recursos adecuados ante la falta del o los proveedores, si los beneficios del seguro se devalúan, ¿Qué certeza hay?
Venancio – Bueno, en los países donde se aprecia la creación de un mercado de capitales, el seguro de vida ofrece beneficios impositivos y ese elemento es parte de la ecuación.
Camilo – Casualmente, a más inflación menos beneficios impositivos, la formula mas absoluta para garantizar un fracaso.
Venancio – El fracaso se convierte en una bomba de tiempo cuando los aseguradores especializados en vida invierten sus reservas en bonos emitidos por estados insolventes.
Camilo – Invirtiendo a sabiendas de la insolvencia del estado, ¿no se estaría incumpliendo con el deber fiduciario?
Venancio – Obviamente se incumple el deber fiduciario ¿pero qué camino queda? En los países muy inflacionarios los Bancos se ven casi obligados a prestar al estado, de donde de una u otra manera el dinero va a parar al peor administrador.
Camilo – A la pérdida material del valor de las reservas se agrega la incertidumbre, ¿Cómo se puede vender un producto en esas condiciones?
Venancio – Un tema difícil, porque vender el seguro ajustado por divisas mas estables, requiere de productos de inversión linkeados a esas divisas y todos sabemos que esos productos solo los ofrece el mismo deudor insolvente o una empresa privada que depende de ese deudor para cumplir con sus obligaciones.
Camilo – Claramente Argentina, Venezuela, Nicaragua, y en algunos otros países sus mercados de seguro de vida se verán depredados por una realidad durísima.
Venancio– Y en los países mas estables, el seguro de vida se verá amenazado por la inestabilidad global.
Camilo – ¿Cuánto tiempo tardará en regresar la normalidad?
Venancio – Según la historia, una crisis de este calibre en las economías administradas honestamente por gente técnicamente solvente, de seis meses a un año y medio.
Camilo – ¿Y en las otras economías?
Venancio – El mismo plazo, solo que desde que la economía sea administrada por gente honesta y técnicamente solvente y eso usualmente, es muy difícil que pase.